Este término nació en EE.UU.
alrededor del 2005, haciendo referencia a un trastorno que se inició en esos
entornos y que en nuestros días es una realidad boliviana. Este trastorno
consiste en el envío de contenidos de tipo sexual (principalmente fotografías
y/o vídeos) producidos generalmente por la misma persona que lo realiza, a
otras personas por medio de mensajes de texto a otros móviles, que es lo que se
envía por lo general: grabación de sonidos, fotos o vídeos propios en actitudes
sexuales, desnudos o semidesnudos. De ahí que hayan nacido nuevas alteraciones
comportamentales como la Sextorsión (realizar extorsiones de índole sexual), ciber-acoso
(cuando el acoso ahora se produce por medio de la internet y las redes sociales)
ciberbullying (las redes sociales son utilizadas para hacer bullying),
pornografía infantil; se producen daños al honor, la intimidad e imagen de la
víctima.
Los datos son
reveladores en Bolivia, donde principalmente las víctimas son mujeres entre 13
y 19 años y los victimadores son varones adolescentes-jóvenes entre 12 y 21
años. Tan solo en Brasil los principales riesgos asociados al sexting son la extorsión
(59%), ciberbullying (45%), daños al honor, intimidad e imagen (42%) y
pornografía infantil (36%). La alarmante sensación es aún más elevada en países
de América Latina, donde hay una mayor percepción de los peligros: un 10% y un
20% más de la población considera la extorsión y los daños al honor, intimidad
e imagen riesgos del sexting, el 65% considera que está relacionado con la
pornografía infantil, el 57% con el acoso en internet y el 34% con el
ciberbullying.
Las secuelas son devastadores
no solo para la víctima, sino también para la familia. Los resultados revelan
la necesidad de generar conciencia a las personas involucradas en esta práctica
para que conozcan sus peligros, no sólo para sí mismas, sino también para las
otras personas que aparecen en los mensajes de contenido erótico.
No generar espacios de
sensibilización en nuestro contexto e ignorarlos, es no reconocer los riesgos a
los que puede conllevar esta práctica torcida. Siempre que me invitan a centros
educativos a realizar una charla, indefectiblemente trato de no omitir de
hablar de derechos y responsabilidades que tenemos “todos” como parte de éste
colectivo social, además cuando referencia a los padres de familia manifiesto
en una constante que nuestro rol es SER PADRE, antes que cualquier cosa. Nuestros
tiempos, y con esto del modelo social en que vivimos; muchos padres han llegado
a concebir que deben estar menos tiempo en casa y por tanto menos tiempo con
los hijos tan solo por ofrecer un mejor futuro a sus hijos. Han llegado a
respetar su intimidad a tal punto de ni siquiera saber si, por ejemplo y apropósito
del Sexting, no saber que contiene, qué
imágenes y qué fotografías el celular del hijo, de la hija. Por tanto ante esta
realidad no la podemos soslayar y por tanto debemos reencausar nuestras
acciones.
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