miércoles, 6 de noviembre de 2013

PADRES. EL NORTE ES EL SUR


Hace un poco más de una década psicólogos del norte (de gringolandía), manifestaban, en una actitud muy paternalista por cierto, que la educación hacía los hijos y la familia debe de convertirse en un espacio democrático, los niños tienen voz y voto; su opinión importa. También dijeron que como ellos son sujetos de derechos, como padres debemos respetar su intimidad.

Muchos profesionales y no solo psicólogos, sino también pedagogos, sociólogos, maestros, médicos, entre otros terminaron por darles la razón. Pasaron los años y esos profesionales al dar cuenta de su opinión peligrosa y parcializada empezaron a darse, y con mucha razón, contra la pared por el error.

Pero ¿Cuál error? El de parcializarse en la afirmación de que simplemente la familia es un ente democrático. Desde nuestro sur hemos entendido claramente que en una familia no puede haber democracia, porque se supone que los niños están construyendo un conocimiento y por tal quien genera ese saber son los padres, no hay democracia en una familia porque si todo lo lanzamos a plebiscito y consulta popular que quieren; dudo mucho que de buena gana los niños digan que quieren comer verduras o sopa; y quien enseña esos hábitos saludables de vida… los padres.

Otro error crucial es el de respetar su intimidad a raja tabla, aún en la posibilidad de que exista la certeza de que anda por malos pasos, o venga haciendo algo malo. Los datos lo demuestran: la mayoría de conductas delincuentes en nuestro Potosí son a manos de adolescentes (atracos, robos, etc.); los embarazos adolescentes se incrementan (a colación: se habló tanto de derechos sexuales que hay cientos de proyectos para hablar de éste tema, pero ¿se hablara de responsabilidades?), la salud sexual se ha vuelto un mercado antes que una responsabilidad; más niños y adolescentes practican el SEXTING (es el transtorno de tomar fotos y/o filmar con el celular a alguien en situación desventajosa y con connotación sexual para compartirla con otras personas), generalmente son imágenes teniendo relaciones sexuales, desnudos; en Bolivia se estima que 6 de cada 10 adolescentes de entre 12 y 18 años la practican, la suben al internet, se envían en mensajitos de celular a celular… y muchos padres consideran que debemos respetar su intimidad.
Nuestras prácticas culturales, milenarias, muchas de sus acciones generaban regios hábitos de vida, de esfuerzo y sacrificio. Desde nuestro sur fuimos capaces de generar grandes propuestas, somos capaces de hacer praxis constantemente y tenemos mucho que enseñar. Creer que todo lo que consumimos del norte es bueno es una aberración, muchos profesionales se arrepintieron de dar afirmaciones en el pasado que ahora dieron a nacer una adolescencia más descarriada que un cabrito en la montaña, niños y adolescentes con conductas sumamente transtornadas… Por eso manifiesto, a los que somos padres, que nuestro norte sea nuestro sur.